martes, 27 de enero de 2009

EL PROCESO COMPLETO DE LA MIEL DE ABEJA EN EL TALMUD


Para los que no saben todavía, el Talmud (התלמוד) es una obra que recoge las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias.

De acuerdo a lo manifestado en el Pentateuco: Levítico 11: 20, se aprende que la abeja es un ser impuro, cuya ingestión está prohibida, pues así versa: "Todo insecto que vuela, y tiene cuatro patas, abominación será para vosotros".

Sumemos a ello la sabida regla expuesta en el Talmud (Bejorot 7b): "Todo lo que sale de un animal impuro (huevos, leche, etc.), es impuro. Mientras lo que sale del puro, es puro".

Según esta regla, debería causarnos asombro, el hecho que consumimos miel de abeja libremente, sin ningún tipo de advertencia u objeción por parte de los sabios al respecto, es más, ellos mismos lo permitieron. Y ¿cómo pueden permitir algo que sale de un ser vivo impuro?.

Podemos reflexionar al respecto basándonos en que la miel es fabricada a base de néctar de flores, pero no podemos pretender que durante su proceso de elaboración no recibe el agregado de elementos que provienen del sistema orgánico de la abeja, pues si supusiéramos tal hipótesis, el resultado sería que el néctar saldría de la misma forma como ingresó, sin sufrir alteración alguna.

Es imprescindible que la elaboración de la miel reciba algún elemento de la abeja, el cual al mezclarse con el néctar, da lugar a la producción de la miel.

Y del mismo modo como la hierba ingerida por el camello, ingresa a su sistema, y tras un proceso realizado en su organismo, pasa a formar parte de la leche que producirá, resultando la misma prohibida por "todo lo que sale de un animal impuro, es impuro", del mismo modo sería lógico sentenciar que la miel sea prohibida, pues es elaborada por la abeja que es un ser impuro, cuya ingestión es prohibida.

Y aunque hipotéticamente existiera la posibilidad de suponer que la miel se fabrique del néctar sin recibir ningún agregado proveniente del organismo de la abeja, de todos modos, en su aparato digestivo abundan jugos gástricos, como acontece con todos los seres vivos orgánicos que habitan el globo terráqueo. Entonces, al menos a causa de esta mezcla con esos jugos, los sabios deberían haber prohibido el consumo de la miel.

Pero aconteció en los últimos tiempos, que dos grandes descubrimientos al respecto fueron logrados.
1. La abeja posee dos estómagos: uno para la elaboración de la miel, y el otro para procesar los alimentos que consume.
2. En el estómago de la miel, no hay jugos gástricos.
Con este último descubrimiento, quedó solucionado el inconveniente de los jugos gástricos. Aunque aun nos resta resolver el tema de la fabricación, pues algún elemento adicional es necesario que ingrese al néctar para que se origine la miel.

Esto último fue resuelto gracias a un nuevo descubrimiento, el cual revela que como dijimos, la miel procede del néctar de las flores y de la mielada, que es una sustancia constituida por los exudados dulces de ciertas partes vivas de los vegetales y las secreciones azucaradas de algunos insectos.

Estos productos son recogidos por las abejas, para lo cual utilizan la trompa, órgano equivalente a la lengua. Con ella toman las pequeñas gotas que les ofrecen los nectarios o glándulas secretoras de las flores.

El néctar es almacenado en el buche, pequeña bolsa elástica que poseen separada del aparato digestivo, donde se mezclan con enzimas (invertasas) procedentes de las glándulas salivares que inician el proceso de transformación de las sustancias melíferas, en miel.

Dichas enzimas contenidas en la saliva añaden diastasas y en mayor cantidad invertasa, elemento este que hidroliza el azúcar original y compuesto del néctar llamado sacarosa, transformándolo en glucosa y fructosa, es decir, azúcares simples, que son al fin y al cabo, los principales azúcares contenidos en la miel.

Mas tarde, en el enjambre, el exceso de agua se evapora al entrar en contacto con el aire caliente hasta alcanzar un grado óptimo (15-20%). En este momento también hay cambios químicos llegándose a una concentración de azúcares elevada (70-80%). Para acelerar este proceso las abejas aspiran y regurgitan sin cesar el néctar durante un tiempo, y ventilan hasta que finalmente sellarán la celda. Cuanto más largo sea el proceso más contenido biológico y menos humedad tendrá la miel.

Las reacciones químicas enzimáticas tienen lugar lentamente y es durante la maduración y deshidratación cuando los azúcares compuestos (polisacáridos) se descomponen en simples (monosacáridos) y simultáneamente se sintetizan nuevos azúcares.

Una que vez se ha formado la miel, tenemos la posibilidad de analizar su composición. Los Azúcares representan el 80% de sus componentes totales, que como dijimos, provienen de la sacarosa, que se hidroliza y combina para dar un amplio espectro de azúcares, en especial fructosa y glucosa, lo que convierte a la miel en una buena fuente de energía rápidamente aprovechable, ya que son azúcares que se absorben directamente por el organismo.

Respecto a los demás componentes de la miel, contenidos en el 20% restante (pues dijimos que el 80% está formado por azúcares) son los siguientes:
Agua. La media de agua contenida en la miel es de un 18%. Debido a su alta concentración en azúcares tienen gran tendencia a captar agua, es higroscópica.
El resto de los componentes de la miel sólo alcanza en conjunto un 2-3% del total, que ser reparten del siguiente modo y todos provienen de la meteria prima, o sea, el polen o néctar de las flores:Proteínas: en general las mieles son pobres en proteínas.
Sales minerales: se encuentran ampliamente representadas en la miel, aunque las proporciones varían según el origen floral y geográfico de ésta, cuanto más oscura sea la miel, mayor será el contenido en sales minerales.
Vitaminas: provienen de néctar y polen y existen en muy pequeñas cantidades, y siempre dependiendo del origen floral de la miel. La B y la C están mejor representadas y en mayor cantidad encontramos la A, D y K.
Aromas: son sustancias volátiles con características químicas muy variables, y que están en muy poca cantidad.
Ácidos Orgánicos: dan el carácter ácido a la miel, cuyo pH medio es de 3-5 y le confieren parte de las propiedades antisépticas que posee.
Lípidos: prácticamente inexistentes.
Inhibina o factor antibiótico: la miel está dotada de un poder bacteriostático (inhibe el crecimiento de las bacterias) debido principalmente a la acción de varios componentes (principalmente catalasas) alguno de los cuales son destruidos por la acción de la luz o altas temperaturas.
Polen: parte de contenido celular de los granos de polen (aminoácidos, enzimas y pigmentos) pueden atravesar la pared celular enriqueciendo la composición de la miel.
Lo realmente interesante de todo esto es, el descubrimiento últimamente realizado, el cual revela que las encimas segregadas por la abeja, tras lograr su cometido invirtiendo el azúcar compuesto (sacarosa), en azúcar simple (glucosa y fructosa), se desintegran totalmente, por lo que la abeja expulsa la miel terminada de su organismo, absolutamente limpia de todo componente proveniente del mismo, por lo tanto, la miel sale absolutamente pura.

De este modo, queda a nuestra disposición este alimento tan valioso, del cual se ha descubierto que posee la mayoría de los elementos minerales esenciales para el organismo humano. Pues se constató la presencia de fósforo, hierro, calcio y cobre.

Estas materias minerales se absorben directamente por el aparato circulatorio. De aquí que por su contenido en hierro, útil para los anémicos, y en fosfato de calcio, altamente remineralizante, se recomiende en las afecciones de los huesos y de los pulmones.

Se han encontrado igualmente en la miel: magnesio, azufre, yodo, cloro, potasio, y un conjunto extraordinario de oligoelementos esenciales para el organismo tales como: manganeso, silicio, boro, cromo, aluminio, litio, níquel, plomo, estaño, titanio, zinc, cadmio.

Es curioso constatar un paralelismo cuantitativo de ciertas sales minerales entre la sangre humana y la miel. Se encuentran cifras muy próximas especialmente en lo que concierne al magnesio.

El complejo vitamínico se centra en las vitaminas: A (antixeroftálmica), E (de la fertilidad) y K (antihemorrágica).

También han sido descubiertos trozos de vitamina C, 81 (tiamina), P.P . (ácido nicotínico) y vitamina 82 (riboflavina).

Y, por último, aparecen también en la miel sustancias coloides de muy diferente naturaleza como materias proteicas, partículas de cera, granos de polen, enzimas, hormonas y antisépticos. Entre este conjunto de sustancias hay que destacar a las enzimas o fermentos siguientes: diastasa o amilasa, invertasa o sacarasa, catalasa, peroxidasa y lipasa.

Algunos expertos en nutrición atribuyen sus propiedades excepcionales a los fermentos que proporciona.

Conociendo la importancia de las funciones biológicas que desempeñan estos elementos minerales y orgánicos, no es de extrañar que se recomiende como sustituto de otros azúcares refinados, que sólo poseen valores energéticos.

Al captar por intermedio de la flor, las radiaciones vivificadoras del sol, la miel constituye una maravillosa fuente de elementos, y es probable que aún estemos lejos de haber desvelado todos sus secretos.

Y tengamos en cuenta que todo este análisis que realizamos para demostrar que la miel es un elemento que reúne los requisitos alimenticios de pureza determinados por Hashem en Su Torá, son solo un apoyo a las palabras de los sabios, pues aunque ellos no contaban con la tecnología ultra avanzada de la actualidad que permite develar cuestiones como la que abordamos recientemente, a pesar de ello, una vez más nos han demostrado que conocían como la palma de sus manos todo lo que acontece en el universo, y como funciona, sin necesidad de apelar a sistemas sofisticados, y todo eso, por contar con la Torá oral, entregada por Hashem a Moshé en el monte Sinaí conjuntamente con la Torá escrita.

Y aseveramos esto, porque el descubrimiento obtenido acerca del proceso de la miel, al que pudimos acceder valiéndonos del esfuerzo de mucha gente relacionada con el campo de la investigación, sumado a ultramodernos equipos y experimentos de laboratorio, sin nada de eso, los sabios sentenciaron en pocas palabras, en el tratado de Bejorot 7b lo que nos llevó tanto tiempo y esfuerzo develar, pues así escribieron: "La miel de abeja es permitida, pues la ingresan a su organismo (a la materia prima), y no le adicionan nada de su organismo".

Con esto, tenemos otra prueba determinante de la veracidad de la Torá oral, pues ¿Qué ser humano puede aseverar fenómeno semejante producido en el interior de un insecto tan pequeño sin contar con microscopios de alta tecnología y laboratorios convenientemente equipados?. Se puede llegar a esa conclusión sin contar con ese equipo, pura y exclusivamente, si el mismísimo Creador del universo lo revela, pues de lo contrario, resultaría prácticamente imposible.

1 comentario:

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